TIERRA DE BARDOS, CIERRA.
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Alcander, de Luisa Fernández

Ya está aquí... Legados

domingo, 30 de enero de 2011

El nuevo fenómeno literario de internet: REALIDAD AUMENTADA, de Bruno Nievas

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Saludos, caminantes. Esta semana me gustaría hablaros de un nuevo fenómeno literario que está arrasando en internet. Que 20.000 personas adquieran un libro, en apenas 25 días, merece el calificativo de best-seller, aunque se trate de una novela que pueda adquirirse totalmente gratis, en múltiples versiones digitales.
Me refiero a "Realidad Aumentada", la primera novela de Bruno Nievas, un thriller de ciencia-ficción que, según Juán Gómez-Jurado (escritor que ha vendido cuatro millones de libros en todo el mundo):

"Realidad Aumentada es un viaje salvaje a los confines de la tecnología y de la mente, narrado con el pulso de un escritor que dará mucho que hablar. No se la pierda. Creo que las editoriales deberían darse de bofetadas por incluir a Bruno Nievas en su catálogo de autores..."
Es verdaderamente loable que haya escritores cuyo único afán sea compartir su obra desinteresadamente. Y la novela promete. Acabo de iniciar su lectura y engancha. Buena prosa, una historia absorbente. ¿Qué más se puede pedir?
La novela puede descargarse gratis desde su web http://www.brunonievas.com/ en los conocidos formatos pdf (para leer en la pantalla del ordenador y en todos los lectores de e-book) y en epub (formato estándar de la mayoría de lectores de e-book). La web es muy amena y sencilla, muy bien currada.
Una novela más que recomendable. De hecho, a Bruno Nievas comienzan a rifárselo en los medios de comunicación, con entrevistas y reseñas de la obra. Sólo falta que las editoriales acaben por reconocer el fenómeno que está naciendo y le den una oportunidad.
¿A qué esperáis? Descargad la novela y comentadla en la página facebook de la novela.


domingo, 16 de enero de 2011

Isabel Barceló - La primera entrevista del año (II)

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Lo prometido es deuda. Aquí os dejo la segunda parte de la interesante entrevista con Isabel Barceló, autora de "Dido, reina de Cartago". Desde aquí agradecer lo mucho que Isabel compartió conmigo, pues como podéis comprobar, desveló con gran detalle todos los aspectos de su novela.

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¿Qué es más de tu agrado, Historia o Mitología?
La historia y la mitología tratan del ser humano: la primera relata los hechos de una manera científica; la segunda refleja la condición humana de una manera simbólica y profunda. Ambas son materia literaria y me interesan por igual.
La etapa en la que está ambientada la novela es muy antigua. ¿Ha sido complicado conseguir documentación?
Como muy bien dices, se trata de una época muy remota – hace aproximadamente 3.000 años – y las fronteras entre la historia y el mito están muy difuminadas. Sin embargo, hay una serie de hechos que nos han sido transmitidos como históricos y, si recuerdas, existe en matemáticas el llamado “problema de Dido” que hubo de esperar a ser demostrado mediante una fórmula matemática hasta mitad del siglo XIX y que ella había resuelto de manera intuitiva para delimitar el territorio de su nueva ciudad. Dido dejó una huella profunda en el Mediterráneo, aun cuando su historia esté entremezclada de leyenda. Para la historia general de la reina Dido me he basado en las noticias que han llegado hasta nosotros a través del historiador latino Justino. Para la historia de los amores de Dido y Eneas, como ya he dicho, en lo narrado en La Eneida.
En cualquier caso, a mí me gusta cerrar los libros una vez los he consultado. Escribo como novelista, no como historiadora. Lo que a mí me motiva no es repetir al pie de la letra, novelándolo, lo que dicen las fuentes – que tampoco son del todo fiables –, sino entender al personaje, dilucidar por qué actuó de tal o cual manera, reconstruir una personalidad que encaje con los hechos que conocemos, indagar en los motivos por los que en un momento determinado esa persona tomó una decisión que cambiaría radicalmente su vida. Quiero comprender al personaje y, a través de él, comprendernos mejor como seres humanos. Por tanto, una vez me he formado una idea acerca de su personalidad y su experiencia vital, trato de transmitirla recurriendo a los instrumentos y recursos literarios. Mi objetivo no es propiamente hablar de historia, sino contar la vivencia de un ser humano en su momento histórico.
En “Dido, reina de Cartago”, priman los personajes y la relación entre cada uno de ellos. El centro de todas éstas es, sin duda, el romance que mantuvieron Dido y Eneas. ¿Los ves como los primeros Romeo y Julieta? ¿Por qué estas historias de amor trágicas nos atraen tanto?
Creo que tienen el atractivo de lo prohibido. Se nos permite sentir amor, pero tenemos absolutamente vedado entregarnos a la pasión amorosa entendida como ese amor tan intenso que todo lo trastoca, que no teme ir más allá de lo considerado socialmente razonable, que niega límites e ignora las prohibiciones, que utiliza cualquier recurso para imponerse, arriesgándose incluso a terminar en muerte. La intensidad de esos amores nos admira y nos conmueve, nos identificamos con ellos e incluso nos gustaría vivirlos, pero o no surge la oportunidad o, si surge, no nos atrevemos. La ficción nos permite aproximarnos intelectual y emocionalmente a esa experiencia prohibida.
Shakespeare, cualquiera que fuera su intención al escribir Romeo y Julieta, puso en evidencia que salirse de las normas y vulnerar prohibiciones conduce a la muerte. Básicamente es el mismo mensaje que repitieron una y otra vez los romanos. En cuanto a Dido y Eneas, la suya es la gran historia de amor de la cultura romana. Muchos estudiosos, críticos y lectores (entre los que me cuento) consideran que es la parte más conmovedora de La Eneida. Y, desde luego, sus amores produjeron muchas obras de arte a lo largo de la historia y han sido interpretados de maneras diversas.
En cuanto a las razones por las que está prohibida la pasión amorosa:
Los romanos (y otras civilizaciones antiguas) pensaban que la pasión amorosa tal como la hemos definido subvierte el orden social y sólo puede atraer la desgracia a quienes se entregan a ella, una desgracia que arrastrará consigo a sus familiares, sus ciudades y sus pueblos, con efectos a menudo prolongados en el tiempo y perdurables. De hecho, Virgilio señala la ruptura amorosa entre Dido y Eneas como el origen de la enemistad brutal entre cartagineses y romanos que, ya en su tiempo y tras haberse librado tres guerras (las guerras púnicas), se había saldado con la destrucción de Cartago hasta los cimientos. No cabe una consecuencia más terrorífica que esa. El que la de Virgilio fuera una justificación poética no menoscaba la fuerza del mensaje. Varios mitos romanos anteriores insistían en ese peligro.
Por otra parte, Virgilio presenta a Eneas como el modelo de ciudadano romano – conviene aclarar que los romanos se consideraban descendientes de los troyanos a través del príncipe Eneas –. Su conducta frente al amor es la que debe tener todo buen ciudadano. El amor a una mujer siempre estará subordinado a las exigencias y deberes cívicos y, desde luego, a la voluntad de los dioses. Nosotros somos herederos de ese modelo, estamos atañidos por él y lo reconocemos perfectamente. Por eso nos sigue conmoviendo: la pasión intensa en el amor, aunque individualmente deseada, se sigue considerando socialmente intolerable y peligrosa.
No podíamos dejar de hacer referencia a tu exitoso blog, “Mujeres de Roma”, en el que las grandes mujeres de la Historia son las protagonistas. ¿Por qué dedicarles un espacio?
El olvido sistemático al que nos hemos visto sometidas las mujeres es muy dañino para la sociedad. Primero porque es, evidentemente, injusto: las mujeres, para bien y para mal, estamos en el mundo desde su origen y no hay ninguna razón objetiva para que se nos otorgue un valor social inferior al de los varones. La injusticia no es un buen clima para el desarrollo de una sociedad. Segundo, porque esa minusvaloración histórica tiene efectos actuales. El desprecio, el maltrato, la falta de consideración hacia las mujeres o las dificultades que encontramos para acceder a puestos de responsabilidad en todos los ámbitos, laborales, sociales, políticos, no son fruto de la casualidad, sino de ese ninguneo histórico, esa persistente negativa a reconocer todo lo que las mujeres han venido aportando a la humanidad. El olvido nos ha impedido acumular prestigio y cada vez que pedimos algo, parece que hemos de partir de cero, volver a demostrar que nos lo merecemos, que seremos capaces de gestionar lo que exigimos, etc. etc. Es una traba muy importante para progresar, cuando media humanidad está constituida por mujeres.
Mi minúscula contribución a esa lucha de las mujeres por alcanzar el respeto y el trato digno que nos merecemos, es recordar a las mujeres del pasado. He elegido a las romanas porque me fascinan y porque nosotros pertenecemos a esa civilización, estamos impregnados de ella. Así en mi blog hablo de mujeres que han descollado por diversos motivos en la historia, pero también creo personajes de ficción para mostrar cómo era su vida y, a través de ella, sus reivindicaciones, sus aspiraciones, sus creencias, el origen de sus fiestas, etc., siempre desde esa óptica y punto de vista de la mujer. Un punto de vista que jamás excluye a los varones.
¿Crees que estamos en un mundo de hombres? ¿Qué podemos aprender de las antiguas civilizaciones matriarcales?
——Creo que el mundo es de todos, pero está dominado por los más fuertes. Quien tiene la fuerza, tiene el poder. Los varones son más fuertes y se refuerzan continuamente dominando las instituciones, las reglas del juego social, la economía… a través de todo ello se imponen a las mujeres y les vetan de todas las maneras posibles el acceso a esos instrumentos. Los países ricos dominan a los pobres, los amos a los siervos, las jerarquías religiosas a los fieles, los que tienen autoridad abusan de los menores… Se diría que la fuerza y/o el poder de una persona sólo pueden medirse por su capacidad de aplastar al débil.
No me atrevo a decir qué podríamos aprender de las sociedades matriarcales antiguas, no las conozco suficientemente bien, pero tengo la seguridad de que si hubieran librado grandes guerras, si hubieran vivido en una escalada de dominio de unas sobre otras, tendríamos noticias de ello. El acrecentamiento del poder no es una obsesión para la mayoría de las mujeres, no es su móvil, ni su prestigio reside en él. Su autoridad descansa más bien en el ejercicio equilibrado de ese poder. Tengo la convicción de que una sociedad con un reparto equitativo del poder entre hombres y mujeres sería considerablemente mejor, porque se complementarían las virtudes de ambos géneros y cada uno pondría freno a los defectos del otro.
¿Cual es la figura femenina de la antigüedad que más te ha influenciado?
No hablaría tanto de influencia como de fascinación. Y son muchas las mujeres fascinantes que encontramos en la antigüedad, bien por sus virtudes excelsas, como es el caso de Cornelia, la madre de los Graco, bien por su refinadísima (y cruel) astucia, como Livia; por su personalidad y capacidad de seducción, como Cleopatra; por su lucha y su fracaso en la conquista del poder político, como Fulvia o Agripina. En fin, la lista sería interminable. Con todo, la reina Dido es el personaje femenino al que me he sentido más próxima, por razones obvias. A diferencia de otras mujeres, ella entró en la historia por derecho propio, por ser ella misma y no por su relación con un varón, ni siquiera Eneas. A mi parecer, ella refleja esa posibilidad cierta de gobernar sin violencia, de conseguir sus objetivos prescindiendo de las armas. Fue una mujer extraordinaria.
¿Tienes nuevos proyectos en marcha?
Siempre tengo proyectos. Tengo textos en cartera que me gustaría ver publicados, y tengo también intención de escribir una nueva novela, probablemente en Internet.
Por último, dime un aspecto de “Dido, reina de Cartago” que te haga sentir especialmente orgullosa.
En general los lectores coinciden en señalar que Dido les ha dejado huella, que no la olvidarán. Eso satisface con creces mi aspiración de recobrar la memoria histórica de las mujeres y mi trabajo como escritora. Más que orgullosa, me hace sentirme feliz.
Isabel, ha sido un placer acercarnos a ti y a tu obra. Un abrazo de parte de todos los lectores de Ilike Magazine. 
-Muchas gracias a vosotros por darme esta oportunidad. Me ha encantado esta charla. 

 

domingo, 9 de enero de 2011

Isabel Barceló - La primera entrevista del año (I)

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Para inaugurar este nuevo año de entrevistas, he elegido una escritora muy especial: Isabel Barceló. Licenciada en Filosofía y Letras, esta alicantina puede alardear (pero no lo hace) de haber recibido la prestigiosa beca Valle-Inclán de literatura concedida por el ministerio de Asuntos Exteriores para la Real Academia de España en Roma. Su novela “Dido, reina de Cartago”, ha sido alabada por la crítica y el público en general. Esta es la entrevista que le hice para la revista Ilike Magazine, dividida en dos partes por tratarse de la versión íntegra.



Los inicios de “Dido, reina de Cartago” son dignos de mención: conforme escribías los capítulos los colgabas en tu blog “Mujeres de Roma” y dejabas que tus seguidores participaran en la creación. ¿Por qué decidiste iniciar su periplo de este modo?
En mi blog teníamos una tertulia muy agradable, la gente participaba con abundantes comentarios y disfrutábamos juntos. En ese clima distendido y de buena comunicación, empecé a escribir sobre la reina Dido. A mi parecer, disfrutamos de una novela cuando el autor consigue que nos identifiquemos con el protagonista o con alguno de los personajes, porque vivimos sus peripecias como si fueran realmente nuestras. Y pensé en la posibilidad de hacerlo al revés: que los lectores me dijeran qué personaje querían ser, siguiendo sus propias inclinaciones y fantasías, y me comprometía a hacerlos salir en la historia. Les di la opción de elegir personajes de los que citan las fuentes clásicas o bien decidir ellos mismos el nombre y la profesión o actividad que querían para su personaje, quedando bajo mi exclusiva responsabilidad la creación de sus personalidades, su papel en la historia, etc. Cada cual expresó sus preferencias libremente. En fin, a excepción de Dido y Eneas, protagonistas absolutos de la historia, cuyos papeles no quise otorgar a nadie, el resto de personajes están “encarnados” por lectores.
¿Qué te ha aportado esta singular experiencia? Háblanos un poco del proceso.
 —Ha sido una experiencia extraordinaria y muy satisfactoria, tanto desde el punto de vista humano como desde el creativo. Hasta donde yo sé, ningún otro autor ha trabajado con personajes propuestos por terceras personas.
Desde el punto de vista creativo, el reto era encajar a tantos personajes (unos 70) de una manera natural, estableciendo relaciones entre ellos y otorgándoles un papel en el desarrollo de la historia, corto o largo, pero perfectamente acorde con el conjunto. Esa abundancia y variedad de personajes se aproxima bastante a la vida real, en mi opinión. Por otra parte, los comentarios de los lectores, sus expectativas, han influido en el curso de la historia: jamás les di la razón, por el contrario, he tratado de sorprenderles siempre, porque eso era lo divertido, ese era el juego. Como resultado, en esta novela el lector no puede adivinar, ni siquiera intuir, lo que ocurrirá a continuación.
Desde el punto de vista humano, me ha servido para relacionarme más intensamente con algunas personas, crear lazos sólidos y también para crecerme como escritora. Ha sido una experiencia gozosa para alguien que, como yo, reivindica la alegría de escribir.
Quizá los lectores de esta entrevista puedan preguntarse cómo es posible incluir en una novela histórica personajes elegidos de una manera tan aleatoria. La historia suele recoger los hechos y los nombres de las personalidades más importantes y guarda silencio sobre todos los demás. La realidad, sin embargo, nos dice que esos grandes personajes vivieron rodeados de mucha gente que estaba siempre a su lado o pasaron fugazmente por sus vidas: servidores, parientes, amigos, enemigos, personas de las cuales no sabemos nada. Para dar cuerpo a las figuras históricas, el autor ha de inventarse esos personajes secundarios, pues los necesita para mostrar su personalidad, sus motivaciones, su forma de comportarse. En este caso, los lectores, al manifestar sus preferencias, me han proporcionado la materia prima. A cambio, yo les he devuelto emoción y disfrute.
Y entonces llegó la oportunidad de publicar gracias a la editorial ES Ediciones. ¿Qué tal la experiencia?
Muy positiva. Llevar esta novela al formato tradicional, es decir, publicarla en forma de libro permite que llegue a muchas personas ajenas al mundo de los blogs. Y resulta satisfactorio tenerla entre las manos, poder leerla en un sofá o en la playa o en la cama, al ritmo y velocidad que cada cual prefiera. La publicación en papel de esta novela permite comprobar fehacientemente que las nuevas tecnologías no están reñidas con la calidad y, por otra parte, que las exigencias de Internet encajan perfectamente con las de cualquier lector actual. Me refiero a la agilidad, a la brevedad de los capítulos, a su contenido siempre significativo, etc.



¿Te importa resumirnos brevemente el argumento de la novela?
La novela se estructura en dos planos temporales: unos cuarenta o cincuenta años después de la fundación de Cartago, la anciana señora Imilce, temiendo que sus conciudadanos olviden quien y cómo se fundó su ciudad, decide escribir la vida de la reina Dido. Ella misma había viajado con ella siendo una niña, y recurre a sus propios recuerdos, a los transmitidos por su abuela – que había sido la nodriza de la reina – y los transmitidos por los primeros fundadores a sus descendientes. En este plano temporal, que es secundario pero significativo, asistimos a la reconstrucción de la historia de Dido, incluida la parte narrada por un poeta troyano que interviene por invitación de la señora Imilce. Aquí vemos cómo se elabora esa reconstrucción, las tensiones que acarrea, las diversas opiniones y posturas. Nos aproximamos a la literatura oral, que era la propia de la época, pues Imilce reúne a sus vecinos en la plazuela del granado y les va dando a conocer el texto a medida que lo prepara.
El otro plano temporal corresponde al tiempo de vida de la reina Dido cuya historia nos viene narrada. Ella era reina de Tiro por herencia paterna. Por conflictos políticos con su hermano Pigmalión, decide exiliarse con un grupo de fieles y buscar un nuevo lugar en el que asentarse. Recorre el Mediterráneo – un mar todavía inexplorado en su totalidad – y finalmente recala en las costas del norte de África. Tras muchas vicisitudes, consigue fundar Cartago, (“Ciudad Nueva”, en lengua fenicia). Y cuando ya esta ciudad comienza a florecer, arriba a sus costas la flota del príncipe troyano Eneas, que había conseguido huir de la destrucción de Troya. Dido lo acoge en su ciudad y entre ella y Eneas nace un amor apasionado que lleva, en su propia génesis, la semilla del desencuentro.
Lo primero que salta a la vista de la novela es que transcurre a través de dos voces: Imilce, sierva de Dido, y Trailo, bardo troyano. ¿Por qué dos narradores distintos?
Los amores de Dido y Eneas fueron relatados por el poeta Virgilio en su obra “La Eneida”. Mi intención al empezar la novela era seguir ese magno poema en lo relativo al encuentro y desencuentro de los amantes. Sin embargo, a medida que iba reconstruyendo la personalidad de la reina Dido, me di cuenta de que no encajaba con lo que nos cuenta Virgilio. Tuve claro que seguiría mi propio instinto, pero la idea de utilizar el poema virgiliano para relatar la historia dándole mi propio enfoque y obviando el de su autor me producía un fuerte malestar, como si lo traicionara a él y engañara a mis lectores. Encontré la solución contraponiendo dos voces: la de la señora Imilce, que presentaría la versión fenicia, y la del poeta Trailo, que sostendría el punto de vista de los troyanos, es decir, la versión de Virgilio.
Imilce y Trailo no sólo presentan dos versiones de los hechos, sino también dos puntos de vista diferentes a la hora de narrarlos: más épico y grandilocuente el del troyano, manteniendo a distancia a los personajes y con abundancia de intervenciones divinas, y más directo el de Imilce que, con los pies en el suelo, busca explicaciones humanas a las conductas de las personas y mantiene a lo largo de toda la novela una exigencia implícita de comportamiento ético. Imilce no acepta sin más que Eneas actúe por mandato divino. Ella sabe que hay otros motivos y los relata abiertamente. Ahí es donde está la diferencia: no en los hechos, sino en las motivaciones que mueven a cada uno de los protagonistas y en los argumentos que utilizan para justificarse.
En cualquier caso, el relato de uno y otra no se superponen, no hay repeticiones, sino que se van alternando de modo que el lector sabe en todo momento quién habla y capta perfectamente las diferencias.
He leído algunos comentarios que catalogan tu novela como una obra eminentemente femenina. ¿Compartes esa opinión?
En “Dido reina de Cartago” la protagonista indiscutible es la reina y después la narradora Imilce. En ella no priman las situaciones bélicas, entre otras cosas porque Dido prefería resolver los problemas sin usar la fuerza. Su arma es la astucia y la emplea oportuna e inteligentemente. El universo que se refleja es el de las relaciones personales y grupales, donde se producen y se resuelven o se ahondan los conflictos. Y como hablamos de la lucha por la supervivencia, el escenario es la vida cotidiana. Pero eso no la priva de su naturaleza épica, muy al contrario, la subraya. Por otra parte, esta novela no sólo se aproxima a lo que debía ser la literatura oral de la época, sino que desvela – para quien lo sepa ver, claro – los mecanismos a través de los cuales se forman los mitos y la manera en que se manipula la historia. Probablemente la temática y la forma en que se presenta difieren de lo que estamos acostumbrados a leer en materia de novela histórica.
El que los personajes femeninos sostengan la novela es una cuestión de gusto, pero también de equilibrio y de justicia. Creo que las mujeres son las grandes olvidadas de la historia. Y en vista de los antecedentes, temo que la expresión “obra eminentemente femenina”, aunque dicha en su mejor sentido y con una intención loable, pueda ser interpretada por algunas personas como “obra menor”. Los criterios para valorar una obra deben ser otros. 

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Hasta aquí la primera parte de esta extensa y genial entrevista. La semana que viene os ofreceré la conclusión. 

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"