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viernes, 15 de abril de 2011

La hora del recreo. Mucho más que un libro

¿Puede existir belleza tras una fotografía terrible? ¿Puede contener esperanza un relato que habla de un niño que recoge basura para ganarse la vida? Definitivamente, sí. La prueba es un libro maravilloso, sin lugar a dudas el más hermoso que he tenido en mis manos jamás. Se llama "La hora del recreo" (Lunwerg Editores, 2010), y hoy quiero acercaros las impresiones que me ha causado.




El programa Proniño es una iniciativa de la Fundación Telefónica que concede becas de estudio a niños de Latinoamérica que, por necesidad, se ven obligados a trabajar. Su intención es que tengan acceso a la educación y puedan, algún día, decidir su propio destino. "La hora del recreo" busca retratar ese objetivo "de una forma emocional, literaria y potente dramáticamente" tal y como nos dijo Fernando Marías en la comida de prensa que organizó Anika Lillo en Valencia. Y lo hace a través de imágenes y letras cargadas de emotividad, de historias, huyendo de datos y estadísticas frías. Los fotógrafos Walter Astrada, Lurdes R. Basolí, Renzo Giraldo o Álvaro Ybarra; y los escritores Héctor Abad, Lola Beccaria, Ángeles Caso, Alonso Cueto, Espido Freire, Luisgé Martín, Gustavo Martín Garzo, Ricardo Menéndez, Vicente Molina, Soledad Puértolas, Rosa Regàs, Javier Reverte, Santiago Roncagliolo y Care Santos, se han prestado a esta labor entregando toda su creatividad y sensibilidad.


 De izquierda a derecha: Carlos Spottorno, Marta Rivera de la Cruz, Fernando Iwasaki y Fernando Marías (foto de Elena Martínez durante la Feria del Libro de Valencia 2011)


Pero los verdaderos protagonistas son los niños, por encima incluso de los autores. Según Almudena Bermejo (representante de Fundación Telefónica), la idea era dar a conocer y "sensibilizar a la gente que vive en este país de que existe un enorme problema en el mundo, que es que hay 214 millones de niños que se ven obligados a trabajar". Trabajar para sobrevivir. No para poder pagarse una videoconsola o una motocicleta. Para comer y dar de comer a sus familias.


 Una de las fotos del libro, junto a un fragmento de su relato


Carlos Spottorno, fotógrafo participante y uno de los editores del libro junto a Fernando Marías (y que alabó la libertad que Fundación Telefónica les concedió para la confección del proyecto), se encargó de organizar a los compañeros que captarían las escenas de los dieciséis niños protagonistas de la obra, una pequeña muestra de los muchos que han sido ayudados por el programa Proniño (más de 215.000). Recorrieron varios países de Latinoamérica, buscando capturar instantaneas capaces de reflejar esa emotividad que buscaban transmitir; buscando captar tanto lo bueno como lo menos bueno; buscando acercarnos su vida laboral, familiar y educativa.


 Otra de las fotos del libro

Una vez conseguidas esas fotografías, éstas fueron puestas en manos de escritores de diversa condición, pero todos ellos con sobradas dotes para dar forma a la fuerza de las imágenes de esos dieciséis niños. Cada uno creó un relato, un pie de página de lujo para esas fotos, dando lugar a una simbiosis preciosa, pero en ocasiones también muy dura.


 Carlos Spottorno nos retrata una dura imagen

Hay tantas cosas por las que me gusta "La hora del recreo", que necesitaría varias entradas de este blog. Pero tal vez la que destacaría por encima de todas es que tanto en las fotos como en los relatos hay lugar para la tristeza, la dureza, pero sobretodo para una sonrisa, para la esperanza y la ilusión. Como nos dijo Fernando Iwasaki (otro de los escritores que participó en el libro, y que además conoce bien la realidad de Latinoamérica, ya que es peruano), "es un libro que conjunta la belleza y el dolor".
"Cuando como mejor, noto que me despierto con mayor valentía frente a la vida, y que, al mismo tiempo que mis pantalones se acortan, yo aprendo y crezco. Cuando no como, sólo hay una cosa en mi cabeza: comida, comida, cualquier comida, la siguiente comida", dice el relato "Plástico y papel", del escritor Espido Freire, un buen ejemplo de esta dualidad que me gustaría destacar, y una muestra maravillosa de la sensibilidad que impregna todo el libro.



 Una de mis fotos preferidas del libro


Creo que "La hora del recreo" es un libro perfecto para nosotros, los españoles, que tanto nos quejamos de la crisis (no sin razón). En primer lugar porque nos debería demostrar que, después de todo, no estamos tan mal. Quizás, como dijo Fernando Iwasaki, deberíamos recordar un pasado no tan lejano que vivió este país: "Si ustedes preguntaran a sus padres y abuelos que vivieron la posguerra, se encontrarían con que son historias muy familiares; en algún momento en España tuvo que ser igual y esa memoria se perdió".
Y en segundo, porque su faceta educativa es, bajo mi punto de vista, más importante incluso que su aspecto solidario. Me encantó una anécdota que Marta Rivera de la Cruz (una de las escritoras participantes) nos contó durante el encuentro; nos comentó que cuando salió "La hora del recreo", cogió a sus sobrinos y les obligó a mirar el libro; "quería que vieran a esos niños", nos dijo.
Y no puedo más que compartir su opinión. Creo que este es un libro para enseñar a un hijo y decirle: "fíjate como hay gente que sonríe por ir al colegio". Es un libro para meditar, para concienciar sobre una idea que he abrazado desde siempre y que nos resumió muy bien Marta Rivera: "La educación es un regalo".
Pero sobre todo es un libro para tener esperanza, para emocionarse con las sonrisas de niños que viven en situaciones muy duras pero que, gracias a proyectos como el programa Proniño, han conocido lo que es un recreo.




PD: Desde aquí quiero agradecerle a Anika Lillo el que me invitara a la comida y presentación de "La hora del recreo", y que tuviera en consideración mi blog como medio de difusión de este excelente libro (si queréis ver una crónica de esa comida, donde aparezco, pinchad AQUÍ). Fue una jornada genial. Gracias, Anika. También gracias, por su simpatía, a Elena Martínez, a quien me hizo mucha ilusión conocer, ya que somos compañeros de agencia literaria.

3 comentarios:

naty dijo...

Muy interesante esta nota que has compartido sobre este maravilloso libro que invita a la reflexión sobre la triste realidad que viven muchos niños de Latinoamérica. Y estoy de acuerdo contigo Javi, es un libro para tener esperanza y brindarles un futuro mejor a estos niños.
Un abrazo.

MARY dijo...

Tiene que ser muy interesante. Mi Enhorabuena¡¡ Tomo nota y espero leerlo.
Un saludo.
Maria jose

Anabel Botella dijo...

Sí, la educación es un regalo. No hay duda, y este libro es una joya.

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"