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Alcander, de Luisa Fernández

Ya está aquí... Legados

sábado, 3 de julio de 2010

Los amantes malditos - relato (parte 1)

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Saludos a todos, caminantes.
Hace muchas semanas que no posteo un relato, así que hoy me lanzo con uno que podríamos describir como... raro, al menos para lo que estoy acostumbrado a escribir.
Los zombis hace mucho que están de moda: en el cine, en la literatura, en los comics e, incluso, en la música. Sin embargo, en los últimos años está haciendo furor una especie de subgénero literario que consiste en "zombificar" (que me perdone la RAE, no encuentro término mejor) clásicos de la literatura: "Lazarillo Z", "Orgullo, prejuicio y zombies", "La casa de Bernarda Alba Zombie"... ¿Moda con escaso valor literario? Probablemente en la mayoría de los casos. Como escritor o lector, jamás me había sentido atraído por esta moda. De golpe y porrazo, la página H-Horror abre una web hermana dedicada a este fenómeno: Clásicos y Zombis. Me pasé y leí los relatos colgados en la página y, cual es mi sorpresa, me encuentro con trabajos en el peor de los casos muy entretenidos.
Ni corto ni perezoso, decido probar suerte y escribir varios relatos para la convocatoria del IV recopilatorio H-Horror, dedicado a zombificar clásicos universales o relatos de otros autores de la web. Hice tres relatos, pero sólo presenté dos. El tercero decidí reservarlo para el blog.
Hoy os presento la primera parte de este experimento aberrante y destartalado, que quizás no guste mucho, pero que supuso para mí un buen desfogue y algo curioso. ¿Y qué clásico elegí? Apunté alto y decidí destrozar la historia de amor más grande de la literatura: Romeo y Julieta, de Shakespeare, pero en una versión más cercana a la película de Baz Luhrman.  Y como se trata de una gran tragedia, decidí alejarme un poco del tono irónico y humorístico de la mayoría de zombificaciones.
Vaya por delante mis más sinceras disculpas por semejante atrevimiento.

PD: Aprovecho para recordar que ya está a la venta el tercer recopilatorio de relatos de Horror Hispano, dedicado en esta ocasión al Más Allá. Conseguid un ejemplar en la página web.

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LOS AMANTES MALDITOS
(Abyecta versión libre de "Romeo y Julieta")
Javier Pellicer Moscardó

En otra Verona, quizás no tan bella...

Cuando Romeo abrió los ojos no había Cielo o Infierno esperándolo, sólo ausencia. Por no sentir, no sentía ni el calor de su sangre. El corazón había enmudecido, los pulmones ya no tenían fuerza para mover su pecho. Levantó la cabeza, lentamente; sus huesos, escandalosamente crujientes, crujientemente escandalosos, derrotaron el silencio de la estancia.
Y volvió a sentir.
Julieta, su dulce y bien amada Julieta, yacía muerta. Abrazada a él en un último gesto de amor, tenía el pecho abierto por una certera puñalada en elcorazón. Romeo lanzó un alarido tal que la tumba resonó como las Siete Trompetas del Apocalipsis. Desolado, se arañó el rostro, y al hacerlo advirtió que sus uñas arrastraban tras de sí piel y carne. Un líquido seroso, que en otro tiempo podría haber sido sangre pero que ya sólo era una pasta pútrida, impregnó sus dedos sarmentosos. Al principio, Romeo se dejó llevar por la demencia al creer que Dios lo había castigado por rechazar el regalo de la vida.
Pero su mayor angustia no era estar muerto o vivo, o ambas cosas. Julieta se había ido, jamás podría contemplar de nuevo la hermosa sonrisa de perlas, la gracia de la beldad más inocente que el mundo había albergado. La acarició con sus dedos ahora decrépitos, se acercó a su rostro y la besó con cuanta dulzura fueron capaces sus labios cuarteados.
Pero al rozar la piel muerta horas antes, apareció el Hambre.
No advirtió que le mordía el cuello hasta que la sangre, ya fría y espesa por el toque de la muerte, salpicó toda su boca. El sabor agrio, pero sobretodo el profundo placer que recorrió su cuerpo como un relámpago, le devolvió la razón. Entre aullidos, se apartó del cuerpo deshonrado. Arrebujado en una esquina, gimiendo como un perro lastimero, se arrancó la que en vida había sido una hermosa cabellera rubia. Se sintió vil, un monstruo socavado por una avidez incontrolable. Porque, a la vez que se fustigaba, seguía atenazado por el Hambre. Lo llamaba, abrasaba su espíritu maldito con cantos malsanos y apetitos execrables. Quizás no pudiera sentir dolor físico, pero los tormentos de su alma bastaban para hacerlo enloquecer.
De pronto, unas manos tomaron las suyas y descubrieron su rostro. Por un momento pareció que su pena había sido conmutada. Habría creído que estaba en el Cielo, pero la palidez de aquel ángel no era beatífica, sino gélida y tétrica. Sin embargo, el corazón se le ensanchó en un único latido.
Julieta estaba viva, de nuevo. O tal vez no. Lo comprendió al contemplar el agujero en su cuello, por donde ya no manaba sangre, sino la misma sustancia densa de sus heridas en la cara. Julieta lo miraba con la cabeza ladeada, pues el agujero era tan grande que el cuello grácil no podía soportar del todo el peso de su cráneo. Sus ojos, antaño azules, habían perdido su color y estaban rodeados de una oscuridad cadavérica. Su cabello ya no era sedoso, sino quebradizo, de tono gris y no dorado.
—¿Qué te he hecho, esposa? —Romeo lloró de alma, pues sus ojos eran incapaces de parir una lágrima.
—¡Oh, dueño mío! —dijo Julieta, con voz arenosa sustituyendo a la armonía perdida de sus labios— ¡No te fustigues más! ¡No importa lo que haya ocurrido, estamos juntos!
—Pero te he convertido en un monstruo, en un no-muerto, un engendro apartado de la Gracia de Nuestro Señor.
—Poco me importa ya la gracia de quien sólo nos ha otorgado sufrimiento —una mueca de odio rasgó sus facciones, abriendo heridas en la comisura de sus labios, afeándola—. ¡Reniego de Él y te abrazo a ti, que eres mi verdadera vida!
Romeo envolvió a su amada. Luego se besaron, desatendiendo los pedazos de carne que se desprendían de sus labios.
—Si ese es tu deseo más encarecido, no te apartaré de mí. Pero el Hambre me aprieta.
—Descarguémos pues nuestra avidez contra los que nos han condenado —convino Julieta. 
—Así sea. Hoy devoraremos a los Montesco y a los Capuleto.

(Continuará la próxima semana)



5 comentarios:

naty dijo...

Muy buen relato,Javi.Escribes muy bien ¡Felicitaciones!
Un saludo.

Luisa dijo...

Hola, Javier.
Has elegido para “destrozar” un clásico por excelencia. La reacción del lector al leerla es tal y como tú muy bien describes. Una mezcla curiosa de morboso entretenimiento y por supuesto, muy bien escrita. Y a estas alturas estoy al borde de la nausea (ay, con tanto órgano aflorando a la luz: imagino el olor…), y también conteniendo una risilla, porque no hay más que imaginar que con las últimas palabras de Julieta: “así sea, hoy devoraremos a los Montesco y a los Capuleto” el festín de sangre y entresijos que van a meterse entre pecho y espalda (por fin van a recibir su merecido por guardarse tanto mutuo rencor).

Bueno, pues esperaré el desenlace que no defraudará seguro.

Un abrazo.

Víctor Morata Cortado dijo...

Magnífico, Javi. Me ha encantado. Ya estoy deseando ver como sigue. Se nota muchísimo la evolución de tu estilo y te felicito por ello. ¡¡Eres grande, amigo!! Un abrazo.

Blanca Miosi dijo...

Has escogido un cuento símbolo de la tragedia Shakespereana para solazarte, Javier, y la verdad, me ha gustado lo que he leído. ¿Existe una siguiente parte? ¡Uao! no imagino qué más puedas haber lucubrado!

Te seguiré leyendo...

Besos!
Blanca

Mª Ascensión dijo...

¡Qué grande eres Javi! Un abrazo, amigo.

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"