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Tras dos semanas sin publicar una nueva entrada (el terremoto de Haití bien merecía mantener mi anterior post), vuelvo a la acción con un nuevo relato. Esta vez me meto en el terror vampírico, con un pequeño mensaje infiltrado en contra de ciertas tendencias que últimamente se han impuesto en la literatura (y el cine) con respecto a los vampiros (que ya ni dan miedo ni nada).
Os recuerdo de podéis seguir colaborando con varias asociaciones benéficas para seguir aportando ayuda a Haití. He dejado la información debajo de la cabecera de este blog. El tiempo es el peor enemigo de los haitianos ahora mismo, ya que poco a poco iremos olvidando su desgracia. Tratemos de que no sea así.
Y os doy las gracias a todos los que comentasteis en la anterior entrada, quizás la más especial que he escrito nunca y la que jamás hubiese deseado escribir.
También me gustaría anunciaros que hace unos días salió la primera novela de Teo Palacios, llamada "Hijos de Heracles. El nacimiento de Esparta". Aún no he podido adquirirla, pero estoy convencido de que será un bombazo. ¡No os la perdáis! Podéis adquirirla en http://www.casadellibro.com/libro-hijo-de-heracles-el-nacimiento-de-esparta/1651133/2900001358255
Os dejo con el relato.
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DEMASIADAS PELÍCULAS
Javier Pellicer
Cuando Sara lo vio en la discoteca, supo que era un vampiro. Tenía todas las características que había esperado encontrar en un no-muerto: piel pálida como el mármol blanco, gabardina negra, ojos electrizantes y labios con un cierto tono amoratado; era esbelto, se diría que perfecto. Lógico, los muertos vivientes no engordaban. Y era guapo, terriblemente seductor. No había una sola mujer en el pub que no se hubiera fijado en él.
Sara sintió cómo el corazón le latía desbocado. Al fin había encontrado lo que deseaba. Todo comenzó un par de años atrás, cuando por curiosidad entró en un chat donde trataban temas parapsicológicos. Aquel primer paso la llevó a conocer a ciertos internautas cuyas creencias se apartaban de lo común.
La Noche Eterna era el culto vampírico más destacado en España, pero también el más restrictivo. Se cuidaban mucho de pasar desapercibidos ya que sus actos eran demasiado escabrosos para ser de dominio público. Sara cumplía todos los Mandamientos Oscuros, como llamaban a sus normas: vestía siempre con ropas negras, se maquillaba con tonos pálidos y sombras alrededor de los ojos —algunos, ingenuos, creían que era una gótica más—; evitaba salir de día y, cuando le era imposible, procuraba estar a cubierto del odioso Sol. Las reuniones del clan comenzaban siempre con el Ritual de la Sangre, donde cada miembro se hacía un pequeño corte, del que bebía uno de sus compañeros. La sangre es la vida. Era la máxima de su clan.
Los vampiros eran sus señores, sus dioses. Sin embargo, jamás habían visto a uno. Se creía en ellos a través de los mitos, que los presentaban como criaturas atractivas más allá de lo común. Eran la belleza personificada, a modo de los ángeles clásicos, pero de esencia oscura.
Sara se acercó al vampiro. Él la detectó al instante. Su mirada era tan abrumadora que le hizo dudar. Pero el culto la había preparado bien.
—Hola —dijo Sara al vampiro, tratando de mostrar serenidad.
—Hola —respondió él.
—Sé lo que eres.
—¿Ah, sí? ¿Y qué soy?
—Eres un nosferatu.
Sus ojos relampaguearon con un destello frío. Sonrió, y al hacerlo, Sara advirtió los dos prominentes colmillos.
—Y si lo sabes, ¿por qué te acercas a mí? ¿No me tienes miedo?
—No. Soy una Hija de la Noche Eterna. Y me ofrezco para ser tu Amante Inmortal. Deseo que me conviertas en eterna, como tú. Quiero estar a tu lado para siempre.
Él alzó la mano y le rozó el rostro con los dedos. Estaban fríos. Sara sintió un escalofrío, una deliciosa angustia en el centro de su pecho. Suspiró, condenada por el miedo y el deseo. Era tan hermoso…
—Yo soy Zalazar. Ven conmigo si estás decidida.
—Lo estoy —aseguró Sara.
Zalazar la condujo fuera de la discoteca. Subieron en su moto. Ella lo aferró por detrás con fuerza, para demostrarle que no tenía miedo. Se estremeció cuando sintió que el cuerpo del vampiro le absorbía el calor.
Se detuvieron en una arboleda cercana a la ciudad. Estaban solos. Sara advirtió que las manos le temblaban. Sus dudas se acrecentaban por momentos, pero seguía convencida de lo que iba a hacer. Los escritos de la Noche Eterna aseguraban que aquella virgen que se ofreciera a un Señor Vampiro gozaría de su fidelidad. Sara se había conservado pura para esta ocasión.
—Muérdeme —dijo la adolescente.
Zalazar sonrió de nuevo. Pero esta vez no fue un gesto seductor, sino maquiavélico.
—Cariño, no será tan sencillo como crees. Me temo que has visto demasiadas películas.
El cuerpo del joven comenzó a convulsionarse. Su rostro hermoso se contorsionó hasta convertirse en algo horrendo, inhumano; los ojos estallaron en orbes sangrientos, y la boca se abrió como un melón partido; docenas de colmillos enormes escupieron una saliva viscosa y ennegrecida. El cuerpo perfecto era ahora un amasijo de carne correosa, lacerada por multitud de púas de hueso.
Un bramido se alzó hacia el firmamento sin estrellas.
Sara quiso huir. Aquello no era lo que había esperado; no era una hermosa entrega de almas, no había amor, ni cariño o sacrificio. No era romántico como en las novelas que había leído. Él no era un muchacho de aspecto rebelde pero a la vez sensible de corazón. Zalazar era un monstruo.
Cuando las fauces endemoniadas le arrancaron medio hombro, supo que todos los mitos vampíricos no eran nada en comparación con la terrible realidad.
—Pero qué ingenuas sois… —gorgoteó Zalazar, antes de arrancarle el corazón de un mordisco.
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Foto: Escena de Blade 2
TIERRA DE BARDOS, CIERRA.
Pero yo no desaparezco. A partir de ahora podrás encontrarme en mi WEB OFICIAL DE AUTOR pinchando en la imagen inferior. Allí os ofreceré más artículos, noticias, reseñas y todo el contenido habitual en este blog.
¡Muchas gracias a todos por estos años juntos! Os espero en mi nuevo rincón:
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6 comentarios:
Hola, Javier, te felicito por el realto que ha ido creciendo en intensidad, para un final muy original, que, como dices en la entrada, rompe con la tendencia descafeinada actual.
Un abrazo, amigo.
Hola, Javier. Cuánto tiempo sin saber de ti. ¿Qué tal la novela? Espero que le hayas dado un buen empujoncito.
A finales de esta semana me traerán "Un árbol en el jardín", la antología de relatos en la que participas. Me la encargó un amigo que trabaja cerca de Casa del libro. Ya te diré qué me ha parecido y cuenta con la reseña (dame tiempo para leerlo).
Tú relato me ha parecido genial. Real como la vida misma.
Un saludo, javier.
-Sergio: Gracias por tu comentario. Sí, como dices, hay demasiados vampiros metrosexuales en la literatura actual. En mi opinión, han rebajado la elegancia del Drácula de Bram Stoker hasta conseguir unos chupasangre ñoños y aburridísimos. Los vampiros son muertos vivientes, de toda la vida, y por tanto deben dar miedo.
-Luisa: Pues si te refieres a la que estaba corrigiendo, pues ya está concluida. Ahora estoy en plena documentación de mi nueva novela, de género histórico. Estoy muy ilusionado y creo que va muy bien. Me alegra mucho que hayas conseguido la antología, espero que esté a la altura del gasto que supone. Ojalá no te decepcione. Un gran abrazo.
Un relato genial Javier, como siempre, aunque esta vez algo corto.
No sabes como me alegra ver una historia donde por fin se recupera al verdadero vampiro, a ese cazador elegante, el depredador por antonomasia. Es que es ver a los Vampiteen de moda, y me pongo de los nervios.
Si el viejo Bram levantara cabeza...
Saludos!!
¡Javier!
Vaya cuento que te has echado! Realmente sale de lo común, enfocas la historia de la manera como lo haría cualquier chica crédula que no es hija de la noche ni tuvo que ver antes con vampiros. Tu cuento hace recapacitar acerca de la idea que tiene forjada en su mente cada persona acerca de lo que es un vampiro. En este caso, una chiquilla que pensó que lo que cuentan las películas de vampiros era la realidad. La verdad es que el Salazar ese es bien feo, ¿eh?
“…y la boca se abrió como un melón partido; docenas de colmillos enormes escupieron una saliva viscosa y ennegrecida. El cuerpo perfecto era ahora un amasijo de carne correosa, lacerada por multitud de púas de hueso.” Sólo de imaginarlo me aterra.
¡Y Bravo por promocionar el libro de Teo!
Besos!
Blanca
Muy bueno, Javi. Genial. Los vampiros light que ahora inundan la sección de románticos en las librerías están años luz de gustarme tanto como estos otros. Ahora estoy un tanto enganchado, precisamente a una serie de vampiros, True Blood (Sangre Fresca), y me está gustando bastante. Te la recomiendo. Tal vez los libros, si siguen la misma tónica, tampoco estén nada mal. Bueno, que felicidades de nuevo por el relato. Un abrazo.
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