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Alcander, de Luisa Fernández

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viernes, 29 de mayo de 2009

La Fuente de la Vida, una pequeña pero bellísima obra maestra

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Hoy he decidido postear algo fuera de lo común: la crítica de la última película que ha pasado por el DVD de mi salón.

Estamos acostumbrados a que grandes historias nacidas en los libros sean adaptadas (las más de las veces no demasiado bien) por el mundo del cine. Todos estamos de acuerdo en que mayoritariamente la literatura es más prolífica en buenas historias, pero a veces surgen excepciones. A veces, en el cine nacen pequeñas obras maestras que cualquier escritor habría deseado firmar, y que para más colmo han pasado sin pena ni gloria (injustamente) para el publico mayoritario.



En este caso, me refiero a la última película que he visto, y que definitivamente me ha enamorado. Se trata de “La Fuente de la Vida” (The Fountain), un film con varios años a su espalda (2006), dirigida por Darren Aronofsky (padre de películas de culto como “Pi” y “Réquiem por un sueño”) e interpretada por dos actores que estamos más acostumbrados a ver en superproducciones, Hugh “Lobezno” Jackman (perdón por la broma) y Rachel Weisz (“La momia”, “El jardinero fiel”, “Constantine”…).
La Fuente de la Vida no tiene término medio. Quienes la han visto se posicionan en dos bandos: aquellos que han quedado encandilados y quienes la califican como un bodrio (yo, como he dicho, estaría en el primer grupo). En primer lugar, quien esté pensando en verla movido por este post, debe tener en cuenta que no se trata de una película al uso, porque aunque esté enclavada en el género de la ciencia-ficción no tiene ningún punto en común con lo que estamos acostumbrados a ver. Si queréis batallas espaciales y demás clichés (que a mí me gustan, aunque no dejan de ser lo habitual), olvidad esta película.



La Fuente de la Vida está más cercana a 2001: Una Odisea del Espacio (obra maestra donde las haya) que a Star Wars. Aborda la historia de tres personajes que son uno solo: Tomás, conquistador del siglo XVI a las órdenes de la Reina Isabel de España; Tommy, médico científico del presente, cuya mujer sufre un tumor terminal; y Tom, un peculiar astronauta del siglo XXVI. A los tres los mueve lo mismo: salvar a la mujer que aman, en sus diferentes encarnaciones (pista: no todas ellas humanas). A partir de ahí, todo es original cuanto menos, pero contado a un ritmo que los seguidores de combates con espadas de luz seguramente no tolerarán, pero que a buen seguro gustará a los lectores de novelas con cierto tinte filosófico y/o dramático. Las escenas de los tres personajes, pasado, presente y futuro, se suceden con fluidez, interconectándose sin suponer saltos incómodos en la narración, y con escenas emocionalmente muy bellas, de esas que te dejan un nudo en la garganta y la lagrimilla a punto de resbalar por la mejilla.



La profundidad del filme, al menos a mi modo de ver, es una delicia. La supuesta ciencia-ficción pasa pronto a un segundo plano (excepto en la parte final, con dos escenas impactantes) a favor del tratamiento preciosista (que levantó polémica en su día) y esperanzador del concepto de la muerte en relación con la vida, y siendo el amor quien enlaza ambos opuestos. El propio director la describió como “poema sobre la muerte”, una maravillosa definición. No quiero decir mucho porque considero que cada uno debería formarse una opinión personal sobre la película. Esa es su mayor grandeza, que está abierta a interpretaciones.
Aunque no cabe negar que, si esta película tiene un punto débil, es que habrían sido adecuadas algunas explicaciones a ciertos asuntos. Según he sabido por la red, estos eslabones débiles son debidos a los problemas que hubo en la producción y la falta de completa libertad del director (menor presupuesto y cambio de actores, que iban a ser Brad Pitt y Catte Blanchet, aunque tras ver a Jackman, creo que salieron ganando). Aún así, en conjunto todo casa realmente bien y las lagunas pueden ser rellenadas por la propia imaginación del espectador.



A pesar de lo dicho hasta ahora, visualmente no desentona. Los efectos digitales lucen como deben hacerlo, como complemento a la historia. Son agradables y, en el momento oportuno, muy espectaculares (ojo a la escena culminante).
No puedo dejar de hablar de los actores. Rachel Weisz está encantadora, solvente como en ella es habitual, pero es Hugh Jackman quien merece todo elogio (y como poco una mención al Oscar). No os resultará difícil quitarse por un momento de la cabeza a Lobezno (algo complicado en la mayoría de sus películas). Su interpretación es magistral (estremecedora la escena donde se “tatúa”), en cada uno de sus tres papeles.



Mención especial para la banda sonora. Soberbia, absolutamente sublime, tanto que no he podido dejar de conseguir el disco. Una bellísima interpretación a cargo del colaborador habitual del director de la película, Clint Mansell (conocido por la banda sonora del trailer de “El Señor de los Anillos, Las Dos Torres”, seguro que la recordáis porque fue un éxito y la han utilizado hasta la saciedad en anuncios de otras películas y series).
En resumen, a mi modo de ver “La Fuente de la Vida” es una película con una historia atemporal digna de cualquier gran clásico literario de todos los tiempos; una película deliciosa en lo técnico, genial en lo interpretativo, y preciosa en lo argumental, que llega a los corazones de aquellos que les gusta dejarlo abierto. Una pequeña, aunque bellísima, obra maestra.
Eso sí, no apta para quienes buscan la acción trepidante de las grandes superproducciones.



Lo mejor: -Casi todo: la historia, la interpretación, la narración, la música, la parte técnica.


Lo peor: -Casi nada: algunas explicaciones para completar ciertas lagunas

10 comentarios:

Montse de Paz dijo...

Hola, Javi,

acabo de escuchar tu cuento de las hadas guerreras... ¡Me encantan esos temas! Y te invito a leer un viejo cuento mío sobre un tema ligeramente similar, aunque lo resuelvo de manera muy distinta (si te apetece, lo encontrarás en mi blog Leyendo bajo el arce, se titula "No tengas piedad")

Ahora, leyendo tu reseña, me apunto la película. ¡No dejaré de verla!

Un abrazo, y a seguir escribiendo, leyendo y disfrutando de la belleza que nutre la imaginación...

Elisabet

Víctor Morata Cortado dijo...

No podría estar más de acuerdo contigo, Javi. Esta película la vi ya cuando se estrenó y lamenté mucho no haberla visto en el cine, pues creo que me habría deslumbrado más la magia que contiene su prosa poética visual. Es una película que tiene partes que yo calificaría de muy zen y que muestra todo con una imagen deliciosa, con unas escenas sublimes y con un trasfondo encantador. Con el amor por estandarte en cada una de las vidas de sus protagonistas que, como bien dices, se funden y mimetizan sin llegar, por otro lado, a confundirse, se crea un ambiente atrapante, hipnótico. Yo, por mi parte, te felicito por este post y me sumo a tu recomendación. Es una película poética y atípica como pocas, lejos de estereotipos y superproducciones de hollywood llenas de megaestrellas (aunque para mí lo sean estos dos actores). Bueno, felicidades una vez más y a reflexionar, que esta película da para eso y mucho más. Un abrazo.

Guillem López dijo...

Coincido contigo Javier. Soy un seguidor del trabajo de Aranofsky desde que lo descubrí allá por el '95 y siempre me ha sorprendido su forma de hacer cine, tanto en las pelis de corte metafísico como en el cine más social. Un gran director que narra grandes temas.
Un abrazo.

Blanca Miosi dijo...

Caz que paso por tu blog encuentro sorpresas. Esta película es para no dejar de verla, veré si la encuentro en alquiler. Me han gustado las fotos, el tema, en fin, gracias Javier una vez más,

Un abrazo!
Blanca

Javier Pellicer dijo...

Elisabet: Ya he leído tu relato, y es magnífico. Como te he comentado por e-mail, tiene similitudes con el mío por la sensación épica que ambos hemos querido buscar. Gracias por tu visita.

Víctor: Sí, es cierto que tiene toques zen. Resulta chocante el contraste entre el viaje espacial y la apariencia del "astronauta". Tengo hipótesis acerca del susodicho viajero espacial (y otros elementos de la película) que darían para una buena tertulia. Supongo que habrás pillado las similitudes que interconectan las tres historias (por ejemplo, los fanales que iluminan la sala de la Reina Isabel... ¡son estrellas!). Hay tantos detalles magníficos que a quien la vea y le guste le animo a que la vea una segunda vez.

Guillem: De Aranofsky sólo conozco esta película. "Pi" y "Réquiem por un sueño" no he podido conseguirlas, al menos todavía. Son películas aún menos conocidas que La Fuente de la Vida, por lo que lo tengo complicado.

Blanca: Me alegro que te guste la variedad de mis posts. Trato de que no todo sean relatos (entre otras cosas porque no daría a basto escribiéndolos, jajaja). Pero también se trata de dejar ver un poco las cosas que me inspiran. El escritor se hace gracias a multitud de influencias, y no todas vienen de lo que se lee.
En cuanto a la película, no sé si recomendarte que la descargues, porque no soy muy amante de eso, aunque no negaré que alguna cosa he descargado, como todos. Sin embargo, trato de no dejarme llevar por esa tentación. Eso sí, sea como sea, consíguela. A alguien tan sensible como tú creo que esta película le encantará.

Darío Vilas dijo...

También estoy totalmente de acuerdo. Es una película realmente bella, con todo lo que eso implica. Por un lado, habrá mucha gente que se "espante" por su belleza, y por otro muchas otras personas que se dejen embriagar. Yo soy una de ellas.

La película no es fácil, en casi ningún aspecto, y Aronofsky no es un director de los que te dan las cosas masticadas, así que hay que saber a qué tipo de película te enfrentas cuando la vas a ver.

Yo no soy ni fan ni detractor de Aronofsky, algunas de sus pelis me gustaron (Requiem por un sueño) y otras me dejaron indiferente (Pi). Pero esta es una obra maestra, aunque sólo sea estéticamente.

Por cierto, aprovecho para dejar una recomendación:
"Déjame entrar". No quiero dar datos sobre ella, aparte de su procedencia escandinava, que puede echar algo para atrás al principio. Gran error, porque es la mejor película que he visto en muchísimo tiempo en el cine, una obra maestra de gran belleza macabra. Y la novela en que se basa es impresionante. Como no.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Javier,
pues me quedé con ganas de verla cuando salió en el cine, luego me he olvidado durante un tiempo de ella y ahora gracias a ti vuelvo a recordarla.
Lástima que el video-club nesté ahora abierto, ya te contaré mi impresión cuando la vea.
Un saludo.

Cristina Puig dijo...

Hola Javier,

Excelente película, me gustó muchísimo, tanto que ya la he visto dos veces, la interpretación de ella es buenísima. Por cierto, ¿conoces el cómic ilustrado por Kent Williams sobre la historia? Tiene unas ilustraciones bastante exresionistas, es genial también, lo recomiendo:)

Saludos!
Cris

Martikka dijo...

La vi hace tiempo y me quedé con esa belleza sublime que desprende. No hay definición más exacta que la del propio director: "Poema sobre la muerte". Ahora, con tu maravillosa crítica, ¡tengo que verla de nuevo!

Javier Pellicer dijo...

Me encanta ver que coincido con tantos de vosotros en cuando a esta película.

-Darío: espantar, esa es la palabra perfecta para definir lo que muchos detractores de esta película sienten por el trabajo de Aronofsky. Y es cierto que no te lo da masticado, pero La Fuente de la Vida no es especialmente complicada de entender, al menos para mí. Me recuerda mucho a 2001: Una Odisea del Espacio por el ritmo y porque, sin ser complicada, es igualmente profunda.
-Jesús F.: Encuéntrala donde sea, amigo, no te arrepentirás. Eso sí, como digo, no busques acción trepidante, no la encontrarás.
-Cristina: Yo también la he visto dos veces... ¡en dos semanas! No pude resistirlo, estaba borracho con el film y la volví a ver para recrearme en cualquier detalle que hubiera pasado por alto. La disfruté tanto como la primera vez.
-Marta: Pues sí, la definición del director es perfecta. Algunos de mente cerrada dicen que hace apología de derrotismo, pero yo creo que es todo lo contrario. La vida no tendría significado sin la muerte, sería una existencia vacía. Por eso no me gustaría ser inmortal.

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"