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Durante días la caza escaseó más de lo habitual. Murieron dos primigenios durante la noche, sin que Rugiente siquiera lo advirtiera. Él mismo se sentía cada día más débil, amodorrado en ocasiones y sin ganas de alzarse por las mañanas. No podía saberlo, pero su cuerpo esquelético estaba a punto de agotar todas sus fuerzas. Su muerte estaba cerca, a no ser que mediara un milagro.
Y éste aconteció. Rugiente despertó antes del alba, y con él todos los suyos. Cabeceó, desorientado por una especie de pitido que ensordecía su cabeza; gruñó varias veces, pero al final la terquedad quedó relegada por una sensación nueva para cualquier primigenio antes que los de aquellos días: curiosidad.
A rastras surgieron de la cueva. Allá, en el valle, bajo sus pies, vieron varios resplandores que no supieron identificar, pues nunca habían conocido nada que se asemejara. Rugiente fue el primero en bajar por la ladera, y tras él fueron otros. Al llegar al riachuelo, un poco más allá, los vieron.
Eran las criaturas más extrañas que Rugiente había contemplado jamás. Más aún, resultaban inconcebibles para su primitiva mente, pues era la primera vez que se veían seres similares en el mundo. De gran altura, mucho más que los encorvados primigenios, les parecieron titanes; caminaban erguidos totalmente y con movimientos fulminantes, precisos y jamás torpes; algunas partes de sus cuerpos eran secciones macizas, como roca, aunque tan brillante como si hubiese sido pulida; pero otras partes a Rugiente le recordaron los culantrillos de una madreselva, si bien dichos tentáculos, que ejercían de articulaciones, eran más gruesos. Los primigenios no podían saber que aquellas no eran criaturas de carne y hueso, pero la verdad estaba muy por encima de su entendimiento.
Pero si hubo algo que cautivó y atemorizó por partes iguales a Rugiente fueron los ojos de los individuos, pues resplandecían y además podían salir más allá del rostro, como si se extendieran. El primigenio se vio de súbito atrapado por aquella mirada iridiscente. Las criaturas repararon en él, lo contemplaron desde sus altos semblantes sin rasgos. El instinto fue más fuerte que la nueva sensación que lo había llevado a bajar al valle antes del nacimiento del sol. Y sin embargo, aunque se vio dominado por un pavor que antes de aquel día le había resultado desconocido, por más que lo quiso Rugiente no logró que sus miembros obedecieran la imperiosa proclama de su cabeza…
«Huye», le decía un pequeño remedo de su conciencia, lo más parecido al raciocinio que aquellos primitivos seres podían albergar. Pero no consiguió mover siquiera un dedo.
Entonces las nuevas criaturas se movieron hacia él y sus compañeros de tribu. Sus pasos eran majestuosos en comparación a los toscos brincos de los primigenios, aunque en cada oscilación se escuchaba una vibración extraña. Quedaron a escasos palmos de los hipnotizados seres deformes, sus ojos extensibles analizando, profundizando en aquel remedo de criatura viva cuyo camino no iba a alargarse mucho en aquel mundo.
Y entonces un ronquido reverberante, como el eco de las montañas, surgió de uno de los titanes.
—Phomhor.
Rugiente y los suyos quedaron, de repente, obnubilados, y un suspiro más tarde sus mentes se bloquearon hasta sumirse en la inconsciencia.
Así fue el primer día de los Llegados en Erian. Y allí, en aquel mismo valle, invisible a todos, incluso a esas recién aparecidas divinidades, un individuo vestido de blanco, con el rostro cubierto por una capucha, asistió al primer acto del devenir de la realidad.
—HA COMENZADO -dijo.
(Concluirá)
Imagen: Fotomontaje del autor.
TIERRA DE BARDOS, CIERRA.
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4 comentarios:
Se va poniendo interesante, y crea mucha intriga. Esperamos que no tardes en continuar;)
Es agradable ver la creatividad, y las ideas de otros escritores.
Saludos.
Bien, bien... ya empieza a coger ritmo esto. ¿Quién será la miesteriosa criatura vestida de blanco?
A la espera de la continuación me quedo!
Saludos!
Alsharak, me temo que el enigma de la misteriosa criatura vestida de blanco es algo demasiado grande para desvelarse en el relato. Si alguna editorial alguna vez apuesta por mi saga de Erian, entonces lo sabrás, porque es una de las bases de todo el mundo imaginario que he creado. Lo he querido simplemente dejar caer en el relato.
Ojalá algún día pueda compartir con todos vosotros la monumental historia que se inicia con este relato, pero me temo que es demasiado extensa para colgara en un blog.
Por cierto, mañana colgaré la conclusión.
Saludos, caminantes...
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