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Alcander, de Luisa Fernández

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lunes, 31 de diciembre de 2007

Como hadas guerreras

Relato leído en la edición 58 (29 de diciembre de 2007) del programa literario radiofónico BREUS



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Para Sandra y su Otro Mundo
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Extensos los terraplenes, hundidos entre ambas colinas, páramos medio áridos salvo por puñados de briznas dispersos al azar de un dios caprichoso; el sol caía ya en el lejano horizonte ondulado, y el viento recorría el campo de batalla con tozuda determinación, como si deseara extinguir de sus dominios barbarie tal. Mas las cartas estaban echadas, y ni las mismísimas moiras tejedoras poseían la potestad de salvar lo inevitable.
Allá en lo alto de la colina, frente a sus incontables legiones de Hadas Guerreras, se erguía una figura majestuosa, luz y perfección personificada; una mujer, más bella que el ardiente, sublime y poderoso mirar de una diosa; una mujer, de larga melena, llamas onduladas fluyendo cual verdadera hoguera danzando hacia un oscuro cielo estrellado, mas concentradas gran parte de dichas hebras en una poderosa y trabajada trenza; ciertamente ésta, que aparecía adornada con letales cuchillas, descendía hasta más allá de su firme cintura: un arma terrible para el enemigo, y asimismo fatídicamente infravalorada por éste. El temple de la hermosa guerrera era vigoroso, como el de un titán inmortal, su estampa no solo radiante, sino intimidante, tal que un imponente dragón rojo que hubiese bajado a tomar parte en los ínfimos asuntos de otras criaturas; había poder en sus ojos, poder en su cuerpo, y poder en su alma.
Aletheia era el nombre por el que respondía, y era mucho más que una mujer. Amada tanto como temida, deseada tanto como rechazada, Aletheia era Capitana Guerrera de la Luz, preferida por Titania, Señora de las Hadas. Su heraldo particular portaba un estandarte con el escudo personal de su señora: un nenúfar, una circunferencia con otras siete entrelazadas en su interior, formando en sus conjunciones una flor. La misma heráldica aparecía en un medallón que colgaba del cuello del hada.
Aletheia había llegado para la batalla. No por su propio ánimo, pues era criatura acaso traviesa en tiempos de paz, si bien jamás malvada, nunca malvada; pero al tiempo era de carácter encendido ante las injusticias cometidas con su pueblo y otras criaturas. Siendo así, y aunque como todas sus hermanas aborrecía arrebatar una vida ajena, por execrable que ésta fuera, Aletheia se había visto obligada a tomar las armas. Mucho mal había por erradicar, mucho por lo que luchar.
Y ante sus propios ojos se extendían aquellos que servían a tal maldad; un terrible ejército tan vasto como el suyo propio; soldados y soldados de magníficas pero oscuras armaduras tintineantes, de largas espadas y escudos de compacta madera y flamante acero. La resolución de tal ejército no era menor que el suyo propio, pero Aletheia sabía que la razón estaba, sólo, de su lado.
Sí, porque el reino al que servían aquellos hombres, proclamados por las hadas como la Oscuridad (quizás no todos malvados, pero acaso sí supeditados a una voluntad egoísta), había maltratado a su pueblo durante demasiados años ya; llegaron en tiempos desde el sur, y aunque las hadas les ofrecieron su amistad, ellos desearon propiedad; vilipendiaron y violaron a las mujeres, destrozaron bosques y campos en su terrible afán de conquistar, y bestias que habían sido siempre amigas de las hadas; no amaban la tierra, ni a sus criaturas, sólo pensaban en un mal entendido progreso, en extenderse como una plaga que arrasaba cuanto encontraba.
Al fin, obligada por tan penosas circunstancias, la Reina Titania decidió que ya no más, y nombró como Capitana de la Luz a Aletheia, y ésta formó un ejército como jamás nunca había sido reunido por el Pueblo Hermoso. Ninfas de todos los rincones del ancho mundo llegaron, delicadas criaturas que jamás habían tomado las armas, porque jamás se había hecho necesario.
Pero he aquí que la fatalidad forja maestros.
Y allí estaba ahora la firme Aletheia, mirando con seguridad a sus enemigos. Como acaso su vista era aguda- rasgo común entre las hadas, así como entre los elfos-, ya había identificado al Capitán de los Hombres, ya había identificado su objetivo. Las negociaciones escasos momentos antes habían languidecido, sólo quedaba ya tiempo para la guerra, la tan odiada guerra, la tan inevitable guerra.
Aletheia asintió con la cabeza. Su heraldo levantó el estandarte, lo ondeó en alto, y los corazones de sus guerreras se engrandecieron. Allá, enfrente, el Capitán de los Hombres hizo otro tanto.
Y los ejércitos avanzaron. Los hombres portaban lanceros en primer término, una poderosa falange, un muro de lanzas y escudos, impenetrables para las flechas de cristal de las Hadas. Una riada de muerte, pues el ejército de Aletheia no contaba con una respuesta natural contra tan avasalladora estrategia.
Ahora bien, había otra forma de desmoronar tal conglomerado. Aletheia silbó, el agudo sonido se alzó a los vientos, y de allende los cielos, más allá de las nubes, descendió una nube oscura; sólo que no era una nube, como pronto comprobaron aterrorizados los soldados del ejército de los hombres, sino una bandada de poderosos cuervos, aliados de las Hadas desde tiempos inmemoriales. Las bestias aladas atacaron desde las alturas, centraron sus ataques en la primera línea defensiva. Los lanceros, armados con largas y pesadas espigas de madera y acero, se vieron impotentes para repeler el fulminante ataque llegado de los cielos, y uno a uno fueron cayendo, con los ojos arrancados y los rostros desgarrados por garras y picos.
Los cuervos, cumplida su tarea (y también diezmados por las más efectivas espadas de la infantería), alzaron de nuevo el vuelo y se alejaron de la batalla.
Sabiéndose ya en igualdad de condiciones, Aletheia dio la orden definitiva a su ejército. Las Hadas Guerreras gritaron con la furia contenida de tantos años de abusos, de tantas muertes sin sentido; y la luz de sus ojos se extendió más allá. Un halo de poder rodeó entonces a Aletheia en primer término; un resplandor blanco aún más intenso que el de sus hermanas, que entremezclado con sus cabellos rojos produjo resplandecientes destellos encarnados; el poder de la magia feérica la envolvió, y fue entonces cuando reveló su auténtica naturaleza. De su espalda brotaron en un estallido sendas alas, magníficas, grandes, pero no de pluma, carne y hueso como sería común en un gran ave, sino de pura luz, de pura energía.
Y se la vio más bella que nunca, una imagen deslumbrante de hermosura más allá de medida alguna; una diosa, se diría, de los tiempos en que éstos caminaban por el mundo.
Y Aletheia desenvaino su espada de dorada empuñadura, Dark Edelweiss, y la blandió en alto. Y su poder se reflejó en la perlada hoja, y estalló en reflejos vidriosos, y el ánimo se alzó una vez más entre sus guerreras.
Aletheia hizo descender la espada; y a su señal su ejército cargó, con la determinación de su líder, con el valor de su Capitana…
A la batalla, fueron, a luchar y morir…
…como hadas guerreras.




© 2007 Javier Pellicer MoscardóRelato inscrito en el Registro de Propiedad Intelectual como parte de la obra “Entre mente y corazón Segunda antología de relatos”

7 comentarios:

Eva dijo...

Jo, no fastidies que, encima, fue este el que leyeron... Que todavía recuerdo las ganas de coger la espada que me dio y salir a luchar con las Hadas.
Quiero escucharlo, Javier. Ya me dirás si se puede. Ahora mismo mi cabecita no asume muy bien información, pero...
Te contesté en mi blog (la costumbre).
Un besote grande y feliz año, niño.

Ana Vázquez dijo...

Aih !!! ¡Qué bien!¡qué ilusión! me va a gustar más poder escucharlo..^^

Bueno pues un placer pasar por aquí de nuevo.

Un relato de lo más fantástico.

Un beso y pásalo bien, que el siguiente año venga tan bien como este o mejor...

Que tu cabecita se llene de mil ideas más cómo esta.

Feliz año.

--((alu))--

4nigami dijo...

Aiba qué ida de ollaaaaaaaa!!!

Me lei el relato y después me lie y se me fue medio al garete el pc y al final no firmé!! Pues yo estaba segura de que lo había echo... sniff sniff...

Bueno, qué decir?? Como siempre genial!! ;)

Besos y feliz 2008! =)

Lyra06 dijo...

Mmmm, y parecían delicadas. Siempre es lo mejor, cuando las mujeres sorprenden, ¿no?

Me ha encantado. Un besazo!

Unknown dijo...

BON ANY!

Me habría gustado escucharlo! Tengo una amiga de la facultad que es cantante... y cuando escuché una de las entrevistas o cuando la vi en su videoclip o cuando la vi en uno de sus conciertos... Me alegré mucho por ella. Hace mucha ilusión!

No sé si te lo comenté pero me gustaría saber escribir bien, tengo mucha imaginación y además bases científicas para escribir algún relato que sea de ciencia-ficción pero también realista (basado en experimentos reales o en teorías antiguas)... pero me falta el saber expresarlo todo en el papel...

Por cierto, como llegaste a mi blog?

Anónimo dijo...

Buenas tardes bardo, me pasaba para desearte un feliz 2008 cargado de melodías celtas y buenos deseos!!!

Nollaig Shona!
Leprechaun's Hole

Anónimo dijo...

Gracias. Simplemente gracias por hacerme hada guerrera.

Sandra

Pd: Ganamos la batalla, pero todavía sigue ahí latente la guerra.

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"