TIERRA DE BARDOS, CIERRA.
Pero yo no desaparezco. A partir de ahora podrás encontrarme en mi WEB OFICIAL DE AUTOR pinchando en la imagen inferior. Allí os ofreceré más artículos, noticias, reseñas y todo el contenido habitual en este blog.
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Alcander, de Luisa Fernández

Ya está aquí... Legados

sábado, 28 de febrero de 2009

Premio "Olha que blog maneiro!"



Pues hoy tenía previsto colgar el primero de los cuentos de Erian, pero me ha llegado una pequeña buena noticia que quiero compartir con vosotros.


Desde el magnífico blog Las Tierras Antiguas, del escritor Jesús Martín, nuestro modesto "Tierra de Bardos" (nuestro, porque vosotros, oh fieles seguidores, sois parte de él) ha recibido el premio Olha que blog maneiro!


Desde aquí le agradezco a Jesús Martín el premio. Siempre es agradable que haya gente que valore lo que con tanta ilusión uno hace.


Y ahora me toca a mí devolver el premio a mis blogs favoritos (cuestión harto complicada, pues todos a quienes sigo lo merecen). Antes, aquí van las reglas para que los premiados sigan la cadena:


1. Exhibir la imagen del premio ‘Olha que blog Maneiro!’.


2. Poner el nombre del blog que te lo dio.


3. Indicar 10 blogs preferidos.


4. Avisar a los indicados.


5. Publicar las reglas.


Y mis premiados son:


-Mente Creativa, de Víctor Morata: Porque es un pedazo de escritor y amigo.

-4nigami's World, de Antía: Porque me encantan sus fotos.

-Gatos por los tejados, de Lola Mariné: Porque su blog es muy completo.

-Susana escribe, de Susana Eevee: Porque tiene un talento natural.

-Los Manuscritos del Caos Reloaded, de Martikka: Porque también tiene un talento natural.

-El Palacio de la Rugionaria, de LadyRugi: Porque me lo paso bomba con sus andanzas (Rugiseas).

-Blanca Miosi y su Mundo, de Blanca Miosi: Porque es, además de una persona encantadora, una gran escritora.

-Andanzas de una escritora en busca de editorial, de Elisabet: Porque es una bellísima persona, amable y agradable como muy pocas personas que he conocido. Además, escribe como los ángeles.

-El proyecto de escritora, de Elena: Porque apunta muy buenas maneras.

-Cruce de caminos, de David Gómez: Porque es de la generación TusRelatos, un buen compañero y un mejor escritor.


Me ha costado mucho elegir diez amigos, porque tengo seguidores con blogs magistrales.


También, ya que estamos, voy a comentar algo sobre el amigo que me ha otorgado el premio. Jesús Martín asegura en su blog que es escritor aficionado, pero lo cierto es que acaba de publicar su primera novela, El Libro del Dragón (novela fantástica, primer volumen de la trilogía El Espíritu de la Espada). Más información en su blog.

Como acabo de saber de él, no puedo daros una opinión personal, pero tiene buena pinta. Ha sido publicado por la editorial Mundos Épicos (que me tantearon a mí pero por diversos motivos no accedí a su propuesta). En cuanto pueda me hago con un ejemplar, y espero que todos aquellos a los que os guste la literatura fantástica hagáis más de lo mismo.

Tenemos que apoyar a los nuevos escritores emergentes (vale, ya arrima éste el ascua a su sardina, diréis, jejeje). Los Harry Potter y todo eso está muy bien, pero hay en España muy buenos escritores por descubrir que necesitan de nuestro apoyo. Ahí tenemos sin ir más lejos el caso de Laura Gallego (valenciana como yo), una chica como cualquier otra que ahora es una de las escritoras que más vende; o la encantadora Montse de Paz, que con su novela Estirpe Salvaje nos ha encandilado a muchos.

Pues eso, apoyemos el producto bruto nacional (que de bruto no tiene nada). Cuando más lo hagáis, más nos apoyarán las editoriales.
Un saludo. En el próximo post, el primer Cuento de Erian.
***
Edito: Olvidaba recordaros que mi buen compañero Víctor Morata ya ha publicado en Bubok toda su serie Universo Mágico, cuatro libros de relatos fantásticos que estáis obligados a tener, sí o sí. Aquí los podéis adquirir (y en la columna de la derecha de la página).

sábado, 21 de febrero de 2009

Estreno - Serie CUENTOS DE ERIAN

Hoy voy a inaugurar una serie de relatos (aún no sé cuantos, ni con cuanta asiduidad podré colgarlos, pues sigo escribiéndolos) basados en un mismo escenario: Erian, un mundo fantástico e imaginario que creé hace ya varios años para mi primera novela.

Es curioso cómo ocurren las cosas. La saga "Leyendas de Erian" (ni siquiera sé si se llamará así o habrá cambios) nació hace como poco 5 años, pero ha mutado increíblemente. Aún guardo los primeros mansucritos. Cuando los observo me hacen sonreír ante la ingenuidad propia de los primeros pasos. Ahora la historia ha tomado una dimensión abrumadora, y ha derivado en otros proyectos relacionados además de la historia original (que sigue en mi orenador, a la espera del momento). La primera "expansión" de la historia principal fueron una serie de relatos basados en un personaje secundario de la historia original, unos relatos que interconectan entre ellos hasta formar una historia propia, al estilo de la Saga de Geralt de Rivia. La llamé El Tejedor de la Urdimbre, y ahora mismo esta novela espera su oportunidad en los ordenadores de unas cuantas editoriales y agencias literarias. Me ofrecieron por ella una co-edición que rechacé, lo cual no deja de ser un síntoma de que, por poco que sea, algo bueno tiene.

Y después de un tiempo con otros proyectos, he vuelto a Erian para contar las leyendas e historias que dan forma al trasfondo histórico de ese mundo imaginario. Son una serie de relatos que narran momentos importantes de Erian, y otros no tanto pero que dan una visión adecuada de cómo es ese mundo. Espero que os gusten, pero os pido piedad, son relatos que apenas han sido revisados.

Comenzaré con una pequeña introducción a dicho mundo, junto con un mapa. Espero que os guste. En próximas semanas pondré el primer relato.


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INTRODUCCIÓN
ACERCA DE LAS TIERRAS DE ERIAN



Cuando sus propios habitantes piensan en el mundo de Erian imaginan sólo el Gran Continente. Erian, sin embargo es mucho más, pero no cabe negar que es precisamente en tan vasta masa de tierra donde transcurren los eventos más importantes de dicho mundo, aquellos que forjan su historia.
La silueta del Gran Continente es difícilmente definible. Está casi unido por su parte más septentrional a las Tierras Heladas del Norte, y por la zona austral a las Tierras Heladas del Sur; las costas del continente toman formas enrevesadas, ciertamente caóticas, si bien uno de sus rasgos más característicos es que en su zona central las tierras se estrechan hasta formar lo que podría definirse como un puente entre dos continentes con ansias de separarse, o tal vez de unirse. Dicha zona, conocida como Colinas Verdes, es sin embargo más extensa en anchura de lo que sugieren los mapas. Cerca del Gran Continente, como compañeros subordinados, existen varias islas: Aria, al oeste, Horddian, el Archipiélago de Hippiel, Il·lien y la minúscula Pediean al este, y Hazon al sudoeste.
El Gran Continente está dividido en muchos territorios, no obstante son nueve las grandes regiones, independientes entre sí. Iniciando el viaje en el sur, se hallan las Tierras Calcinadas, un vasto erial con escasa vida, hogar de criaturas indeseables, siendo los phomhor, una raza de hombres primitivos y brutales, una rama de la humanidad que nunca llegó a evolucionar, quienes más abundan.
Subiendo hacia el norte, una vez traspasadas las Montañas Sombrías— una muralla natural de escarpados picos justo donde las tierras comienzan a estrecharse para dar paso a las Colinas Verdes—, apenas a unas millas, se halla el Reino de Antala, hogar de los Hombres del Medio, como comúnmente se conoce a los antalianos. Éstas son tierras de labranza en su mayor parte, si bien hay territorios más escabrosos, como La Quebrada del Ciervo o el Valle de la Ida y la Vuelta, o las nororientales Montañas Blancas. Antala se divide principalmente en tres grandes comarcas que forman una columna vertebral, la ya mencionada Colinas Verdes al sur, las Praderas Centrales, y las Praderas del Interior. Las ciudades más importantes de dicho reino son la portuaria Calian, al oeste de Colinas Verdes, y la capital, la fastuosa Calanas, también conocida como Las·cathàïr, que significa Ciudad de la Luz en el exclusivo idioma clerical. Es, sin duda alguna, la ciudad más próspera de todo Erian.
Al oeste de Antala se abren las Estepas Desiertas, la única gran región que da forma a las Tierras Bárbaras, en cuya capital, Kalshorr, viven los llamados por sí mismos Syr, pero que todos conocen como bárbaros, por su modo de vida centrado en la fuerza de las armas. Por fortuna para el resto de Erian, los bárbaros concentran sus ansias de violencia entre sus propias tribus. Sin embargo, las cosas bien podrían cambiar de un momento a otro.
Siguiendo los caminos que llevan al este desde Antala, el caminante llegaría a Haddian, una pequeña región, en comparación con otras, de escasa importancia, al menos en apariencia. Escasas son las aldeas que allí se pueden encontrar, siendo Ussia la más importante de ellas por su condición, pues es la única urbe de Erian en donde casi exclusivamente sólo viven los conocidos achas, o pigmeos, hombres de tamaño enanil, famosos por ser amantes de la paz y huir de todo cuanto no sea una vida sin sobresaltos.
Subiendo hacia el norte se llega a las Tierras Talamh, reino del pueblo de hombres del mismo nombre. En realidad, podría ser precipitado llamarlo reino. Quizás en otro tiempo lo fuera, pero en los días de esta narración los talamh se concentraban en una única urbe, la Ciudad Excavada del Monte Kendor, una colosal metrópoli, como su propio nombre indicaba, horadada en la montaña, en su superficie y bajo ella, y en estas eras vetado a todo el que no perteneciera a dicho pueblo. Como lugares imponentes, más allá de la Ciudad Excavada, se podía encontrar la montaña más alta de todo Erian, el Karhand·dur, al que ningún hombre ha podido escalar, o la antigua capital talamh, Thondorian, ahora una ciudad fantasma, derruida en tiempos pasados durante la famosa Guerra de la Discordia.
Más al norte se extienden las Tierras Yermas, hogar de nadie, excepto en sus costas norteñas, donde se suceden varias aldeas independientes. La Costa Gélida, como se llama a dicha franja ribereña, se extiende también hacia el oeste, invadiendo la siguiente gran región de Erian, las Tierras Desoladas, de nuevo una zona sin rey o gobernante alguno, moteado de varias aldeas donde predomina la gente de dudosa calaña, en busca de refugio antes las leyes de Antala.
Justo al oeste se abre la tercera región más grande del Gran Continente, sólo superada por Antala y las Tierras Calcinadas. Syn·nvallen es, en su mayor parte, un enorme bosque, el Mearha, más cerrado conforme uno se adentra. Era el hogar de los albos, los que se dice fueron los primeros hombres evolucionados por los Dioses Moldeadores. La gran mayoría habita en la capital Indal·lion, un exquisito refugio en el interior del bosque, al que no todos los viajeros son bienvenidos, en especial luego de la Guerra de la Discordia que los enfrentó a los talamh. El Reino de Syn·nvallen es, no obstante, aliado de Antala, aunque con ligeras reticencias, pues también los antalianos mantienen lazos de amistad con los talamh. Un delicado equilibrio sustentado en los hombros de los sucesivos monarcas de Antala.
Un pequeño desvío hacia el norte conducirá al peregrino a Hior, una península que, en su busca amorosa de las Tierras Heladas del Norte, divide el mar en el Océano del Este y el del Oeste, gracias al Estrecho de Haroel.
Bajando de nuevo a Syn·nvallen, y luego continuando el camino hacia poniente, se llega a Meldor, la región dominada por los temibles e’kandri. Como los bárbaros syr, son una civilización de hombres entregados a la violencia y las guerras. Su sociedad se divide en clanes, y también como los bárbaros se enfrentan entre sí muy a menudo. A veces, sin embargo, cuadrillas de bandidos se atreven a cruzar las fronteras con Syn·nvallen, y los hay incluso que, sobre todo en los últimos tiempos, llegan a las Tierras Bárbaras o a las puertas de Antala. La férrea vigilancia de los albos y las tropas antalianas disuade a muchos, pero las tierras son extensas, plenas de recovecos y pasos escondidos, y los hombres escasos.
Este es, en lo básico, el entramado geográfico del Gran Continente. Mucho hay por descubrir, sin embargo, en todas las regiones nombradas, y muchas son las peculiaridades de cada una de las razas de hombres que habitan en dichas zonas.
Pero, para comprender cada una de ellas, y sus historias, es necesario adentrarse profundamente en las Tierras de Erian.

Ocio Zero, un nuevo portal cultural

Algunos quizás hayáis oido hablar de Ocio Joven, un portal literario-cultural que durante los últimos tiempos ha tenido bastante tirón. Yo lo conocí gracias al concurso "Monstruos de la Razón" en el que participé y quedé finalista (pronto se editará la antología), y debo decir que era un sitio interesante, con mucha variedad de temas relacionados con la cultura joven.
Ocio Joven ha acabado su andadura, pero ahora nace su sucesor, Ocio Zero, que hereda la filosofía de su predecesor. En esa página encontraréis muchas secciones interesantes: reseñas literarias, comics, videojuegos, música, noticias culturales... y una serie de foros relacionados en los que intercambiar opinión con otra gente interesada.
Un lugar recomendable para estar al tanto de las diversas propuestas relacionadas con la literatura más cercana al público.

sábado, 14 de febrero de 2009

Crítica de "Tierra", de Víctor Morata

Esta semana he concluído la lectura del primer libro de la antología Universo Mágico (del que ya han salido sus tres primeros volúmenes, y pronto serán cuatro), de mi buen colega Víctor Morata, y que ya reseñé hace un par de semanas. Hoy os cuento qué tal me ha parecido.
En primer lugar es más que recomendable para los apasionados a la mitología, a los seres sobrenaturales. En treinta y un relatos Víctor nos da una visión distinta y maravillosa de cada una de las criaturas sobrenaturales relacionadas con el elemento tierra. Se trata de relatos tremendamente originales, e imaginativos, y tan agradables de leer que os devoraréis los relatos a puñados. El buen hacer de Víctor está más que contrastado en estos trabajos.
¿Mis relatos preferidos del libro? Difícil respuesta, pues todos contienen una alta calidad que me hace envidiar al autor. De todos modos, en el podio estarían sin duda "Crimen orcanizado" (buen juego de palabras, Víctor), "Las Alas de la Justicia sobrevuelan la ciudad" y, como no, mi preferida, "Adiós amigo árbol", que con el beneplácito del autor os posteo a continuación para que podáis contrastar la calidad del libro.
Pues eso, que no dudéis en comprar o descargar "Tierra", de Víctor Morata (enlace en la columna de la derecha). Os aseguro que no tiene que envidiar nada a otras antologías de escritores profesionales.

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ADIÓS AMIGO ÁRBOL, Víctor Morata Cortado


Abrazado a uno de sus amigos de la naturaleza, el
elfo perteneciente a aquellos denominados de la luz,
lamentaba la despedida inminente. Hacía muchos años que la
paz de la Tierra se había visto alterada por la incursión de
los humanos en lo que ellos denominaban avances
tecnológicos. Avances que no hacían sino ir en perjuicio de
la propia madre de todos los bienes naturales. El árbol al
que se encontraba aferrado era uno de los más antiguos de
aquel bosque del norte de Europa. Los humanos no
entendían el lenguaje que éstos hablaban, casi en susurros,
a veces confundido con el leve movimiento de las hojas.
Pero los elfos, con su ancestral afinidad a estos seres, eran
capaces de oírlos a leguas de distancia. Muchos de ellos
incluso los sentían en su llanto, en su tristeza. Lejos de ser
parecidos a los drows, los elfos oscuros que mediaban entre
los mundos de vida y muerte, los elfos de la luz eran seres
de espléndida belleza. Una figura estilizada, cabellos
dorados, nívea piel y orejas puntiagudas eran los rasgos más
significativos de esta raza a la que algunos denominaban los
antiguos. Eran ampliamente conocidos por toda la vasta
cúpula terrestre y en cada lugar se les atribuían diferentes
nombres. No obstante, todos coincidían en destacar su
hermosura. Seres elementales, buenos vecinos, gente
desmemoriada o simplemente ellos, eran calificativos con
los que bien se les refería. Cuando se les veía, apenas era
en un fugaz destello de beldad y pocos sabían de su
carácter más profundo como seres caprichosos de
naturaleza cambiante e inestable.


El elfo del que hablamos apenas sí se pronunciaba en
la mutabilidad de la que hacían gala su gente y no podía en
aquel momento más que compartir la amargura que le
envenenaba el corazón. Recordaba, en estos últimos días
con demasía, los tiempos remotos en los cuales no habían de
ocultarse ante la mirada del hombre, pues ambos,
hermanados, se beneficiaban mutuamente. Cuando la
ambición se apoderó de sus corazones, se separaron con
fiereza de los elfos y buscaron medios para enriquecerse a
toda costa, perdiendo en el camino la capacidad de ver más
allá y anulando su capacidad para amar y sentir la natura.
Con el tiempo, hombres y elfos se vieron obligados a
esconderse unos de otros. Con sus lazos deshechos, apenas
quedaba un vestigio de la relación que les anexionaba en el
pasado y se temían. En esto pensaba Eldrin mientras una
lágrima se desgranaba de sus ojos y rociaba de vida el suelo
sobre el que se mantenía erguido. Se apoyó con la palma de
su mano, encorvándose hacía adelante, sobre el tronco de
su anciano amigo árbol y comenzó a entonar una dulce
melodía cargada de aflicción. Con una pena que le anudaba la
garganta, el cántico brotaba desgarrado, acre como la hiel.
Los árboles de alrededor le seguían, moviendo sus ramas y
crujiendo, con el siseo de las hojas azuzadas levemente por
los canales de aire que se colaba recorriendo el bosque. La
letra de la canción, en una lengua casi olvidada, hablaba de
la despedida, de la pena de ver partir a un ser querido, de
la muerte y el fin de los días. Eldrin no pudo soportarlo más
y, con el último verso, el llanto se hizo tormenta de lágrimas
y sollozos, se tapó la cara con las manos y se arrodilló
sabiendo que aquella sería su última vez frente a aquellos
viejos testigos del tiempo.


Cuando hubo recuperado el ánimo y la compostura,
volvió a acercarse al árbol nudoso, el más grande y anciano
de todo el bosque, y le profirió unas palabras que, en
secreto, se quedaron entre ellos. Entonces se giró con
gracilidad y al tiempo que lo hacía rozó en una caricia la
corteza con la yema de sus largos dedos. Cabizbajo
desapareció rumbo a su reino, a su palacio de cristal bajo
una de las colinas de New Hampshire en Inglaterra. No
quiso mirar atrás, no pudo hacer nada más que llorar por su
muerte. A sus espaldas se oía el rugir de un motor. Una
bestia enfurecida subía y bajaba su timbre a punto de
embestir. Un tremendo crujido le partió el corazón a Eldrin.
Sabía que su amigo sería el primero en caer, era como un
reto que enaltecía el orgullo del hombre, un estúpido orgullo
envilecido por las falsas posesiones y riquezas que de nada
sirven cuando la piel se les arruga hacia el final de sus
cortas vidas. El suelo tembló, el mayor de los árboles había
caído y ahora se disponían a descuartizarlo. Eldrin no lo vio,
pero pudo sentirlo ya a una gran distancia. El hombre y sus
máquinas destructoras se habían adentrado en el bosque
como hicieran otras tantas veces en otros lugares de la
geografía y, con igual crueldad, habían arrancado la vida de
aquellos pulmones que la naturaleza había puesto
desinteresadamente a su servicio. Luego de haber
derribado la arboleda por completo, un chirrido agónico y
titilante se hundía en la carne de los caídos. Los cuerpos
inertes eran mutilados entonces y astillas y savia salpicaban
en derredor como gotas de sangre. Eldrin había visto esto
demasiadas veces, había intentado frenarlo otras tantas sin
un resultado verdaderamente óptimo y sabía que seguiría
luchando por ellos. Muchos de su pueblo habían perdido la
esperanza, pero Eldrin sabía de algunas gentes que renunciando a su naturaleza humana hacían por ayudarle aún sin saberlo. Algo habían conseguido con sus protestas y
demás artes pacíficas. Pero el elfo no podía hacer más de lo
que hacía. Aunque a veces tuviera que sufrir la pérdida y se
limitara a llorar a los difuntos, no podía hacer nada. En la
misma esencia de los que destruían su mundo, estaba la
capacidad de enmendarse y restaurar el mal creado. Eldrin
conocía el único modo de paliar este atentado y si un único
dedo suyo se alzara todo quedaría resuelto, pero a pesar de
la insistencia de su raza él sabía que no era el camino
correcto, no podía evitar la muerte con la muerte misma.
Ellos eran genios de la luz y de la naturaleza. Eran
suficientes como para acabar con la raza humana en horas y
apenas dejar sus restos pudriéndose como único recuerdo
de su paso por esta Tierra, pero no era lo correcto y no lo
harían. Ellos habían de darse cuenta y, mediante la
reflexión, mirar atrás y lamentarse a tiempo. Eldrin se
perdió lejos del bosque que en aquel momento moría, lejos
de la incomprensión humana, lejos de la crueldad... aún así,
nunca olvidaría el nombre de cada uno de los árboles que
habían poblado el planeta y, cada día, una canción
tristemente entonada, recordaría al mundo que existieron.

viernes, 6 de febrero de 2009

Sólo el miedo es mi alimento

Bueno, fiel a la nueva política del blog, sigo diversificando temas. Hoy os dejo un relato corto de los que yo llamo "de desfogue", o sea, sin muchas ambiciones, un simple entretenimiento por mi parte. Los que hayáis leído "La Sombra de la Luna", mi libro publicado en Bubok, reconoceréis el entorno donde se mueve esta pequeña historia. Quizás algún día me dé por hacer una antología sobre la ciudad de Amalgama.

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SÓLO EL MIEDO ES MI ALIMENTO


Una buena noche para pasear. La ciudad ha quedado muda, sus calles vacías, todo es quietud, al menos en Día Perfecto, el barrio residencial más lujoso de Amalgama. Aquí no hay prostitutas, ni se ven mendigos, ni toxicómanos que se chutan en los callejones. No, en este barrio la basura es recogida cada noche, el aire huele a limpio, y ni siquiera de día existe el caos. Un lugar idílico, el paraíso perfecto, la contraposición necesaria a estercoleros como El Matadero, el nido de inmundicia de la ciudad.
Me gusta pasear, sin embargo es un hábito que no hace mucho que he incorporado a mi rutina. Desde hace un par de meses, cada noche después de cenar dejo a mi familia en casa, y salgo a dar una vuelta. No es que a mi mujer no le guste caminar, pero su jornada de trabajo es agotadora, ocho horas repartidas a lo largo de todo el día. Aunque tiene la suerte de no madrugar, termina todas las tardes a eso de las nueve. Es lógico que prefiera descansar, ver la tele, leer un libro… Mis hijos, en cambio, bordean ya unas edades, 16 y 14 años respectivamente, en las que prefieren pasarse horas conectados a internet o hablando por el móvil con sus amigos antes que ir de paseo con su padre. Mi trabajo como funcionario del ayuntamiento me deja sin embargo mucho tiempo libre. Estoy pensando en comenzar a escribir una novela. Tengo mucho que contar.
Cada noche recorro una parte de la ciudad. Y mientras camino, me gusta observar alrededor. Nunca sé lo que busco hasta que lo encuentro, pero sé que lo he hallado al sentir en mí ese gusanillo reconcomiendo mis entrañas. Cada noche es distinta su ubicación, pero cada noche, invariablemente, lo encuentro, como si fuera la misma Amalgama la que dirigiera mis pasos.
Me detengo delante de una casa cualquiera. Es una lujosa residencia con fachada blanca, de una planta, como el resto del barrio. No tiene verja, pero el portal, de estilo renacentista, llama la atención por su hermosa delicadeza. No es una mansión, pero le falta poco. Es bonita.
Con pasos calmos me acerco hasta la entrada. Llamo al timbre, y suena un dulce tintineo de campanas. Reconozco en la melodía una parte del Concierto de Brandemburgo Nº 2 en fa mayor de Bach. La puerta se abre. Es un hombre quien veo frente a mí. Medio calvo por delante, el escaso cabello gris, entrado en carnes. Sobre unos cincuenta años. Al fondo suena un televisor, con el volumen muy alto. El hombre me mira extrañado. Le devuelvo la mirada. La acompaño de una sonrisa tranquilizadora.
-¿Le puedo ayudar en algo?
-Me gusta su casa…
-¿Cómo?
-Es muy bonita…
-No entiendo. ¿Es algún tipo de broma?
-Tiene usted buen gusto…
-V-váyase… váyase o llamaré a la policía…
No lo hace, no le dejo. Lo aferro por la garganta, le impido que suelte siquiera un gemido. Lo empujo, estamos ya en su vestíbulo. Cierro la puerta tras de mí. Él intenta resistirse. Es inútil. Un movimiento. Lo tengo aferrado por detrás. Mi antebrazo derecho se acopla a su cuello. Mi mano izquierda lo ayuda. Gorgotea, busca gritar. Es todo desesperación. Es puro instinto de supervivencia.
Es puro miedo.
Miedo, mi dulce delirio.
Es tan sabroso.






Foto: Christian Bale en "American Psyco"

lunes, 2 de febrero de 2009

El Gran Bibliotecario en el número inaugural de la revista "Gotas de Tinta"


Quien me iba a decir a mí cuando escribí el relato que "El Gran Bibliotecario" iba a darme tantas buenas noticias. Ya sabéis, dicho relato es por el momento mi único primer premio entre las varias nominaciones y publicaciones de relatos en concursos. Ahora además aparece en el número inaugural de la nueva revista literaria (con foto de quien esto escribe incluída) "Gotas de Tinta", un proyecto más que interesante y que os animo a que visitéis (dad en el link). Cualquier iniciativa cultural merece ser promovida.

Pues eso, una nueva buena noticia. Ahora, a seguir esperando la Gran Noticia, con mayúsculas (compañeros escritores, ya sabéis a lo que me refiero).

Narración radiofónica de mi relato "Como hadas guerreras"